TIEMPO sin tiempo / Inmersión
- hfiacovino6
- 28 may 2023
- 2 Min. de lectura
María Lightowler
Comisaria de Arte, Mayo, 2023
Es en la acción de plegarse y replegarse, que la obra de Marcela Luna, encuentra un cauce de lógica propia. En
general sus proyectos se originan en el detalle y en lo mínimo para luego desplegarse a mayor escala y, es en esa
flexibilidad, que su forma de trabajo se vuelve dinámica y versátil.
Una constante de oscilación permanece sostenida en su práctica: se sumerge y emerge, se desdobla y se contrae,
mira lo nimio y denota lo evidente. En ese ir-venir, la artista adopta diferentes formatos y se da la libertad de navegar
por la instalación, el calado, el video y la fotografía, entre otros. De este modo, entre la diversidad de posibilidades,
estos soportes, lejos de identificar su práctica, actúan como pretextos para lanzar al universo preguntas que no
persiguen una respuesta.
En este tiempo sin tiempo que propone la exposición, la sensación de cronología lineal desaparece para sumergirnos
en un estado de flujo continuo, como si se trata de una completa inmersión en el momento presente. Absorta en ese
momento actual la artista dice: también el instante es tiempo.
Luna manipula los recursos en búsqueda de hacer complejo lo simple lo que transforma a sus obras en dispositivos
susurradores que nos acercan sutilmente a su modo único de comprender la existencia. El sustento de cada proyecto
es el tiempo en sí mismo. Es el eje que conduce toda su producción, pero no se trata de una repetición, sino de
volver a citarlo como tema de un modo diferente cada vez.
Es la insistencia de querer aprehender lo inasible, como en los cianotipos de “Relatos azules” que recogen imágenes,
momentos y objetos que fueron significativos para Luna, que la intención de hacerlos perdurar les otorga una
eternidad que nunca imaginaron tener. En “Polisemía del vacío” es la determinación de no persistir en un único
sentido lo que transforma las figuras que lo componen, en piezas de una múltiple interpretación: huellas (del pasado),
retazos (del presente), fragmentos (del ahora) o piezas (para el futuro).
En su más reciente trabajo, retorna insistente el color azul, que está allí siempre percutando en el sentido de todos
sus proyectos. La historia del color, es larga, rica y compleja, pero lo que se sabe a ciencia cierta es que tuvo su
origen en Egipto y que era para esta civilización símbolo de fertilidad y renacimiento, ciclos vitales que por cierto
requieren de la temporalidad inherentemente.
Nada es azaroso en el trabajo de Marcela Luna, porque esta atravesado por una aguda racionalidad y sustentado por
una metódica investigación que, sin embargo, no olvida hacer ostensible que ese entramado se construye de a pares
y que siempre del otro lado necesita el encuentro con un cómplice que dé sentido colectivo a la obra.
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