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Fragmentos de memoria
Muestra de Marcela Luna.

Texto de Juan Doffo, Artista Visual.


Ante las imágenes que Marcela Luna ofrece a nuestra percepción en esta exposición, sentimos un apabullante despliegue de información visual y complejidad formal. Para una artista profundamente reflexiva como ella, eso no es un desliz artístico; por el contrario, todo tiene un sentido que, para el espectador atento, se va develando en cada pintura u objeto exhibidos en cada sala de este Museo.
Las formas laberínticas, el barroquismo visual, la riqueza de técnicas y el goce matérico son algunas claves que llegan a nuestra mirada para abrirnos a aspectos, no solo estéticos, sino filosóficos: la filosofía de una mujer que vive, siente, ama y sufre los paradigmas de la sociedad contemporánea.

En una de las series que constituyen esta exposición, Marcela Luna reúne obras que nos hablan del “exceso de información” de nuestro tiempo mediático. Ciertamente estamos cada día mas informados pero nos damos cuenta que es una comunicación superficial que realmente no nos forma en profundidad. La tecnología, con sus cambios constantes y sus avances insospechados, parece comunicarnos con el mundo entero, pero en verdad no nos salva de nuestra soledad esencial. Creemos que hay una comunicación aparente pero no es mas que una comunicación sin diálogo. Oimos muchas voces. Voces que se superponen y no nos dejan escuchar.
Todo se mezcla.Todo da igual. Estamos en la era del zapping.

Las inmumerables formas, las texturas y colores que se agrupan en otra serie, hablan de “fragmentos”. Fragmentos que intentan graficar los diversos territorios que cada ser humano atraviesa en la vida: los diferentes roles que personificamos durante nuestra existencia.
¿Serán estos trabajos una alegoría sobre el viaje obligado que conduce nuestros pasos por el indecifrable misterio del vivir?.

Finalmente, otra serie dedicada a los “árboles” merodea la idea de las raíces y entonces entendemos que no es casual esta muestra en su Chivilcoy natal. “La patria es la infancia” dice un refrán. El regreso a un punto de partida tal vez se manifieste en las muchas formas circulares de estas pinturas. El árbol tiene raíces y tiene brazos (ramas). No es tan distinto del cuerpo humano. Entonces la artista parece recordarnos que cada árbol vive muchas vidas y muertes en una misma existencia. Nosotros también, aunque no lo notemos concientemente. Los “árboles” de Marcela Luna reflejan vida, inocencia, juego y fantasía. Si el ser humano perdiera la fantasía no sería mas que un fantasma deambulando por la vida.

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